Fechadomingo, 20 de mayo de 2012

Prueba de agudeza visual y pesca

El evidente parecido entre "La Blasa" (el famoso personaje creado por José Mota) y Fernando (Salitre) se convirtió en la anécdota de una jornada de pesca marcada por la inestabilidad metereológica, el queso de gamonedo y fluorocarbonos elásticos de 18 mm.


Una tarde con olas de 1.2 metros, viento de noroeste que más tarde rolo a nordeste, sol al llegar, nubes y orbayu más tarde y lluvia intensa para terminar. Inauguramos la temporada de pulga y con ella también la de "furagañas" que salían entre chopas de todos los tamaños junto con un par de sargos de kilo. Unas horas tan divertidas como necesarias para recargar baterías, más que nunca ahora, con la que está cayendo.



Comienzo la crónica con una reflexión personal sobre la cantidad de bártulos que últimamente llevo cuando salgo de pesca. Crecen y crecen, y a este paso, voy a necesitar un remolque y un par de sherpas tibetanos para trasladarlos hasta el pedreru.


En la bitácora de pesca, deberemos apuntar que en principio las previsiones no eran muy buenas, windguru (que últimamente falla más que una escopeta de feria) nos daba un miserable 0.8, pero los datos de las tablas de oleaje de Puertos del Estado apuntaba un 1.2 que confiábamos se convirtiera en un poco más. A las 11 de la mañana pasamos por la tienda de Juan (Repunte) a buscar miga de bonito para enguadar y aprovechar para charlar un poco con "el elegido" con quien uno siempre aprende algo y se ríe mucho. Allí mis temores sobre la mar se despejaron, Fernando ya había pasado por la mañana a primerísima hora por la puesta y me dijo "La mar puede valer". Estaba claro.
A eso de la una llegamos Luis y yo a "La piedra de mi padre" con mucha hambre (y no sólo de pesca). Durante la siguiente media hora y mientras armábamos y trabajábamos un poco el bonito, surgieron dudas sobre si Fernando aparecería. Finalmente al fondo de la playa aparecieron las siluetas de los dos hermanos: Fernando y José, acompañados de una schenauzer de cinco meses llamada "pelusa" que nos acompañó toda la tarde resguardada del nordeste bajo nuestras cazadoras.


Empezamos a pescar y rápidamente empezaron las picadas. La pulga funcionaba a las mil maravillas, pero como suponiamos el mar había ido a más y decidimos intercalar la pulga con la gamba. 

En este momento voy hacer un alto en la narración para agradecer la actitud generosa de José que, lejos de ponerse a pescar como un loco cuando el pescado más activo estaba, se sentó en una piedra y de su mochila sacó lomo, jamón de primerísima calidad, una hogaza del pan más rico que he probado en mucho tiempo y un queso de gamonedo de escándalo, y se puso a hacer pinchos para todos. No deja de sorprenderme su capacidad para convertir las jornadas de pesca en el sibaritismo gastronómico más exacerbado. José convierte en diez minutos cualquier piedra en una mesa propia de Madrid Fusión o de un reservado del Bulli.  Bueno, a decir verdad, "en su cocina" pesa la materia prima y la tradición, frente a la innovación.
Lo compra, lo trae, lo prepara y te lo da en la mano mientras pescas. Vamos que más que otro pescador es una madre.



Seguimos sacando alguna chopa más. Yo perdí, no se si por mi inexperiencia, o sencillamente porqué el seguard del 18 elástico no fue suficiente, una lubina de kilo más o menos. Y a todo esto Fernando sacó un "perrón" y Luis enganchó otro como muestra su cara de felicidad en aquel momento.



Al final, después de unas horas y ya bajando, "dejó de darlo" y se puso a llover con intensidad... decidimos ir a tomar una cerveza y dejar la pesca para otro día. Fue en ese momento (justo antes de irnos) cuando presenciamos la escena de "La Blasa" que da título a este post, aún me hace gracia cuando pienso en la escena. 

Por encima de la poco o mucho pescado, lo poco o mucho aprendido "mi yo edonista" se quedá con lo mucho disfrutado. Vitaminas mentales, tan necesarias con la que está cayendo. Gracias.

PD: Dejo foto para el recuerdo de las capturas.


3 comentarios:

  1. Muy buen resumen. Y muy buena la vieya'l visillo.
    Llevamos años con el ojo que pesa 50 gramos de menos o de más, uno de los sargos era 1.050 grs exactamente.
    Que sepas que pasaste el punto de no retorno.
    Abrazu.

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