Los que nacimos el día de La República cumplimos años los días 14 de abril.
Además, cuando el domingo de esa semana es el siguiente a la primera luna llena que sigue al equinoccio de la primavera boreal (es decir, del hemisferio norte) entonces podemos decir que esa supuesta celebración cae en Semana Santa, y como la regla es tan sencilla (ironía), si tenemos en cuenta que en teoría Cristo murió y resucitó a la edad de 33 años, podemos afirmar que la humanidad (el mortal de los comunes) lleva 2017-33=1984 Semanas Santas si tener ni remota idea de en que fechas concretas -ni siquiera en que mes- caen en esas fiestas religiosas de celebración también pagana, porque al fin y al cabo para celebrar fiestas, todos somos practicantes.
Siendo todo eso así, este año mi cumpleaños coincidió con el viernes santo, y no lo supe porque lo haya inferido de métodos astrológicos clásicos, sino porque allá por febrero me lo dijo mi mujer, y ante semejante epifanía, a tomar-pol-saco dos milenios de calendario cristiano.
Es jueves 14, en Foz amanece nublado. El plan es sencillo: descansar, comer pulpo y beber ribeiro en abundancia y honrar así ese supuesto hecho histórico en que la humanidad decidió crucificar hasta la muerte al único hombre capaz de convertir el agua en vino.
Mi consciencia se resiste a despertar. Tampoco sé cual es la mejor manera de hacerlo pero despertarse mientras tu hija (6) te canta cumpleaños feliz y tu mujer te dice: -"Está nublao... ¡lo suyo sería comer bien por ahí y luego si quieres te acompañamos a pescar!" creo que es una de las mejores.
Ahora la tele está puesta y mientras tomo un café en la cocina, oigo a Bob Esponja. Pienso durante un instante en Bob Esponja. Es feliz con una naturalidad sorprendente.
Disfruta de todo lo que le rodea: haciendo sus maravillosas burgers cangreburgers, cazando medusas, jugando con Patricio y Arenita, hablando con Gari... pero lo que lo que más me gusta es que disfruta o sufre todos los días, a todas horas.
No espera el fin de semana para consumir un sucedaneo de felicidad.
Quiero ser Bob Esponja, es más, quiero que mi hija también sea Bob Esponja y se lo digo:
-Alicia, de mayor quiero que seas como Bob Esponja, bueno no hace falta que vivas en una piña en el fondo del mar, pero que seas como él...
Me mira durante un segundo, flipa, lo piensa, sonríe y sigue a lo suyo.
Mientras tanto sumerjo un sobao "El Macho" en café y lo saboreo, pienso que ya soy Bob Esponja, sólo que a veces se me olvida.
Ahora tengo 44. Vuelve a ser mi cumpleaños. Me paro un segundo a pensar que no tengo muy claro que es exactamente lo que hay que celebrar de los cumpleaños... ¿Qué mi próstata aún es mi amiga? ¿Qué EEUU y Corea del Norte aún no me han freído con sus sus arrogancia termonuclear a mi y a todo Dios que no tenga puesta una crema solar factor 1 millón? ¿Qué Jon Snow sigue vivo?... bueno hay cosas, si que hay.
Supongo que hace mucho que he aceptado que la edad es sólo una unidad de medida de lo que todos somos al final: materia orgánica en proceso acelerado de descomposición, pero -¡que cojones, yo soy Bob Esponja! y como decía Groucho Pienso vivir para siempre o morir en el intento.
No me tengo por un neoliberal, soy más de Neo el de Matrix, pero cuando pillo el móvil y miro los whatsapp acepto el empate. Uno de mi madre, otro de mi hermana, uno de Ikea y otro de el Corte Inglés. Empate. Familia 2 - Sistema Capitalista 2.
Algo de pesca...
Ahorrándome los detalles de los vermuts y la comida, a las cuatro de la tarde y con el mar como un plato llegamos a la puesta. ¿Qué puesta? Pues una a la que puedes ir con tu mujer y tu niña de seis años. No la mejor, pero si la más cómoda. Puesta, puesta pues sí, "puesta por el Ayuntamiento" la podríamos llamar... grandes bloques de pizarra en escalones.
Montamos dos Arcadias una de 7,30 para María y otra de 8,30 para mi, son muy largas para pescar desde aquí pero es lo que hay, otras opciones en casa.
-Hoy aquí con mucha suerte sacamos un par de chopas. (No se lo digo a ellas pero lo pienso).
Monto aparejo en las dos, SeaGuard FXR del 0.21mm, y no armo con el 0.18 mm porque quiero que si María engancha algo pueda sacarlo. Boya minúscula, plomo de perdigón, como si fuera un día con nordeste de agosto.
Organizo el equipo:
-Alicia ¡calienta que sales!...
Se ríe, ya conoce la chorrada y dice...
-Vale voy a pelar unas gambas de la suerte...
-María, lanza fuerte que antes vi al fondo un Sargo con ganas de suicidarse...
Cara de ¡Pasa de mi!, sonríe..
Yo me dedico a pescar "muy arrimado" y abajo. A los pocos minutos pinchamos una chopa pequeña, no da la talla pero tragó hasta atrás.
A Alicia le da pena y quiere que la suelte. No vivirá y lo que tengo claro es que va a "emballar" la puesta y que cuando ya era difícil sacar algo a partir de ahora la cosa se tratará de remontar 4 goles al PSG. La soltamos.
Unos minutos después, me fijo en la boya de María. Supongo que por miedo a enronchar está pescando "muy por afuera", yo estoy convencido de que así ni con suicidios pescamos. Y se lo digo:
- Pesca más arrimao que sino no hay nada que hacer.
¡Habló el listu!. Inmediatamente, la caña dobla bruscamente y María empieza a gritar:
- Hostia, hostia... Jooooseeeee..... pilla esto que tira mucho....
Lo primero que pienso viendo la picada (es decidida y hacia el fondo) es que se trata de un Sargo además con gamba arrocera (y yo diría dominguera), y tal y como está el mar, es la apuesta lógica.
- Venga, venga, sácalo tú....
Segunda embestida, esta vez la trayectoria (la carrera) es mucho más horizontal, larga y hacia afuera, alejándose de la costa...
- La puta... Jooooseeeee!!! pilla esto.....
Definitivamente, me acerco y pillo la caña, abro carrete para evitar perder la pieza y pienso:
- Joder!... porqué no puse el 23, siempre estoy igual...
Recupero la tensión en la caña, y a lo lejos sale a superficie, parece un muil grande, pero no lo llego a ver del todo...
Voy acercándolo y entonces cambia de dirección y se dirige a unos bajos... como "encueve" y la roca toque el 0.21 lo pierdo fijo.
Me muevo por la roca unos cinco metros a mi izquierda para obligarle a ir a una zona más abierta.
Después de unos segundos, finalmente lo consigo, ahí, en una zona de mar abierto, me peleo con el durante un par de minutos (eternos) amortiguando sus tirones con intención de cansarlo, y dando por hecho que va a ser la captura estrella del día (y única con el pollo que estoy montando en el agua).
Con el paso de los minutos lo acerco a la orilla, ya en superficie tengo claro que es una lubina, de muil nada.
Oigo a Alicia de fondo gritándome:
-Papá es muy grande, que no se te escape... (mola mucho como los niños gestionan la presión)...
Acepto que con el tamaño que tiene tengo que vararla porque levantarla unos tres metros hasta donde estoy y con un fluorocarbono de 0,21mm es perderlo con toda certeza.
Consigo arrimarla a una roca. Llamo a María y le paso la caña con la indicación de no moverse para que no tenga posibilidad de zafarse, pero las pequeñas olas que rompen en ese momento impiden que la tarea sea sencilla.
No tengo sacadera, que voy a tener si hoy casi vengo con el Marca. Pillo un trapo y busco una vía para bajar junto a ella. Estoy a unos tres metros por encima de donde está. Calculo las olas estudiando un poco la serie para encontrar el mejor momento para acercarme. Me acerco como puedo. Pantalón mojado, playeros empapados. ¿Qué clase de cálculo-de-mierda-de-serie-de- oleaje he hecho si nada más acercarme al agua estoy empapado?.
Con la mano derecha sujeto firmemente el sedal. La lubina abre la boca, no tiene otro remedio. Miro el fluorocarbono y me parece mentira que haya podido aguantar.
Creo que lo mejor sería agarrarla por la boca metiendo mis dedos a modo de prensilla (indice y pulgar) pero por otro lado no me entusiasma la idea de meter mis dedos en la boca de este pez.
Llamadme loco pero no me gusta meter mis dedos dentro de la boca de ningún animal, de ninguno.
La cosa es que entre que me decido y no, la voy a perder porque se acerca una ola más grande que sus predecesoras. Como con la mano derecha y el trapo no la alcanzo , finalmente la engancho por la boca, confiando que cuando la cierre no sea una rara excepción evolutiva y tenga puñeteros-dientes.
Viernes de Pasión.
Movimiento rápido, dedos prensilla en boca, boca que se cierra, la levanto del agua, se agita en el aire al sentirse suspendida y me pido a mi mismo un poco de tranquilidad porque no se trata de la anaconda de Félix Rodríguez de la Fuente sino de una lubina.
El fluorocarbono rompe, y noto que ahora el peso ha cambiado (Newton se descojona), aprieto más y por fin, con el trapo en la derecha consigo atraparla con firmeza, un par de pasos rápidos atrás para que no me pille la siguiente ola, y está, ¡la tenemos!.
Oigo aplausos, supongo que son de Alicia y María, pero no, son los de un grupo de personas que se han concentrado en el paseo marítimo varios metros encima de mi para el espectáculo. Vitorean y aplauden como si hubieran metido cada uno de ellos sus dedos en la boca del animal con los míos.
Alicia da saltos de alegría.
Siempre pasa. En el agua parecía mayor pero no está nada mal, pesa unos tres kilos.
El resto ya es historia que se resume en la cara de satisfacción de una niña sujetando un pez de un tamaño parecido al suyo (foto adjunta) y orgullosa de que "su" gamba, "la gamba de la suerte" haya sido la responsable de la captura de la tarde. Alicia la cebó, María la pescó y yo la saqué. Equipo. Regalo de cumpleaños.
Al día siguiente sábado y ya de vuelta en Oviedo organizamos cena en casa para 10 amigos.
Evidentemente el menú tenía lubina salvaje como plato principal, junto con unas andaricas que trajo Chechu, un estupendo ceviche de Sargo (pescado el día antes que la lubina), mucho vino y varios GinTonics nos tuvieron entre risas hasta las tres de la mañana.
Marco, Carmen, Chechu, Arancha, José Manuel, Eva, Germán, Rebeca, María, Alicia y Matilde.
A esas horas y ya que era Domingo de Resurreción, creo que la frase resumen apropiada sería "Vive Dios que lo pasamos bien".
La gente se va.
Alicia y María ya duermen.
Yo me quedo un rato pensando en el tema de los cumpleaños, las cenas, los amigos, la pesca, Corea del Norte...
Efectivamente quizás pronto mi próstata deje de ser mi amiga, quizás sobrevivir en el futuro sea el reto, pero por el momento, lo justo es agradecer más que sobrevivir, super-vivir.
Tampoco sé si existe Dios, más bien creo que no, aunque de existir me gustaría ir una tarde a pescar sargos con él, supongo que nos llevaríamos bien y por otro lado sería un buen compañero de pesca alguien que a las primera de cambios multiplica panes y "peces".
En fin, en lo que si que creo es que hay momentos cargados de espiritualidad, intensos, especiales, y creo que hay que esforzarse un poco para verlos, pero están ahí, en nuestra cotidianidad, como el momento en que los tres nos reímos mientras Alicia sujeta con orgullo la lubina recién pescada el viernes o mientras también entre risas la compartíamos con amigos el sábado por la noche.
Mi religión es así, la vida y la pesca también.
Y sí, aunque algunas veces se me olvide, sí ¡Yo soy Bob Esponja!